
Con la mercería nos iba cada vez peor, para colmo mi padre compró en remate de a aduana una partida de guantes que eran de una sola mano. Yo quería ayudar de alguna manera. Cuando entraba alguien me ponía insistente para que compraran algo. Una vez entro una alemana grandota interesada en el único sombrero que teníamos en la vidriera.
- ¿Me lo podría probar querida?
- Encantada señora.... pero mire, ¡le queda como pintado!
- ¡Que pintado, me queda chico!
-Mire si le gusta se lo pongo un ratito en la horma
- ¿Y no se arruinara querida?
- Al contrario, tenemos maquinarias muy modernas...
Entonces me fui atrás de un biombo, cuando mi mamá me gritó: "¡Neeelyyy que estas haciendo!"
"le estoy poniendo en la horma el sombrero a la señora" le contesté mientras que con las dos manos tironeaba de la rodilla para estirarlo. De mas esta decir que la mujer no se llevo nada el sombrero porque se lo estiré tanto que le tapaba los ojos.
(foto gentileza TN)
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